Iamgen: Archivo OETEC.

Un jubilado, un obrero, una mujer jefa de familia, se verían en tiempos de Cambiemos y ante lo peor del invierno frente al dilema de pagar un alquiler, comprar alimentos, pagar la educación de los niños o consumir gas y electricidad como se necesitaba para evitar estar enfermos. El macrismo empeoró con sus decisiones energéticas y tarifarias a favor del empresariado, la realidad de millones de argentinos y argentinas.

Con la dolarización de las tarifas y la suba de estas, se alejaba la posibilidad de mantener la conexión a los servicios públicos esenciales como gas y electricidad. En este sentido, los brillantes informes gráficos elaborados por la Intervención del ENARGAS, exponen el cuadro real de lo acontecido en aquellos momentos al tiempo que muestran las primeras señales del proceso de recuperación enmarcadas en el Gobierno de Alberto Fernández.

De allí que, ante las elecciones de medio término en la Argentina, resulta importante recordar la aberración del tarifazo y la lucha por frenar el daño que éste provocó, lo cual implicó a lo largo de estos dos años de gobierno del Frente de Todos importantes decisiones políticas, tarifarias y energéticas con un profundo sentido humanista. Asimismo, Entes Reguladores a la altura de las circunstancias, comprometidos con los usuarios y usuarias y sus derechos.

Leer nuevamente lo vivido, como hacemos diariamente desde OETEC, comparar los datos concretos de estas realidades distintas, aportan un panorama que nos compele a evidenciar las profundas diferencias de las gestiones políticas, porque no todo es lo mismo y las consecuencias de cada caso, de cada medida, conllevan un impacto directo sobre el bienestar de la población argentina.

La contraposición de los modelos asoma como un tema de la conversación común, luego que se demostrara cuáles son aquellos que afectan a la población en cuestiones sensibles como salud, alimentos, trabajo, confort. En tanto que la pandemia terminó de recrudecer la realidad de los cuatro años previos, donde las condiciones de vida y el deterioro colectivo e individual de millones de hogares argentinos nos dejó con pocas ventajas.

No obstante, el cambio de premisas para el plan económico actual, la recuperación de una mediana previsibilidad, la revisión y posterior renegociación de tarifas adecuadas al contexto, entre muchas otras posturas asumidas desde la inclusión, comienzan a mostrar resultados positivos en el marco de una crisis mundial donde escapar de la pobreza energética y acrecentar derechos ciudadanos debe ser la prioridad de cualquier Estado con miras al desarrollo y de cualquier política energética soberana y con sentido humanista.